LAS TECNOUTOPÍAS (parte I)
El sector de las Telecomunicaciones lo conforma empresas que brindan servicios de telefonía fija y móvil, datos, internet y triple play.
Es uno de los motores que impulsan las economías de los países de América Latina y está llamado a convertirse en el principal dinamizador de los procesos productivos en la región, consideraron en Cuba expertos en la materia.
Actualmente, el 56 por ciento de los latinoamericanos usa internet y hay banda ancha en el 45 por ciento de los hogares, con una cobertura que supera el 81 por ciento, de acuerdo a ciertos estudios desarrollados en Congresos del medio profesional.
Mucho antes de que las tecnologías digitales irrumpieran no sólo en el escenario académico sino también en el industrial, se produjo un extenso debate sobre el papel de la tecnología en la nueva cultura de los medios. Es el debate que Umberto Eco supo sintetizar bajo el ya universal binomio apocalípticos frente a integrados (Eco, 2004).
El acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, y a internet, debe favorecer que las personas, las organizaciones y las comunidades puedan desplegar su pleno potencial, promover su desarrollo sostenible y mejorar la calidad de vida.
Pero la brecha digital existe y se expande. Lo que significa que las ventajas y desventajas de la apropiación tecnológica no se distribuyen equitativamente por toda la población.
La nueva tecnología está acompañada de poderosas ideas que obligan a las personas a utilizar su mente, sus emociones y sus cuerpos en la interpretación del mundo. Por ejemplo, la posesión y uso de un dispositivo móvil, garantiza la ubicuidad y la intensidad de las relaciones, en detrimento de la experiencia sensorial y la cercanía presencial.
El término distopía fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill en contraposición al término eutopía o utopía, empleado por Tomas Moro para designar a un lugar o sociedad ideal. Así, distopía sería “una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”.
El discurso distópico se contrae y expande en estructuras binómicas (totalitarismos /democracias, soledad/compañía, salud/enfermedad y otras).
La utopía tecnológica que se articula sobre la extensión y dominio de las tecnologías de la información y la comunicación, y la distopía que se vaticina desde el escenario de la crisis ecológica global.
Las utopías ecológicas que auspician nuevas formas de vida y relación sostenibles frente a un futuro de desigualdad y crisis social apenas encubierto con una tecnocracia ingobernable.
El imaginario sobre medios digitales es bidireccional: distópico y utópico, partiendo ambas visiones de un mismo concepto, las tecnofantasías, que se constituyen como: Un imaginario que se basa en el cruce entre las posibilidades de las nuevas tecnologías y el deseo humano, el orden social (entendido éste en su sentido más amplio como conjunto de normas y creencias que fundamentan la convivencia de un grupo) y la identidad personal (Ihde, 2004:15).
Actualmente existe una afirmación muy fuerte sobre que las TICs (sobre todo promovida por empresas de Telecomunicaciones, tecnólogos y científicos positivistas) impulsarán mejoras sustanciales en las condiciones de vida, tanto en países rico como pobres. (Tecnoutopías).
La paz, la erradicación de la pobreza, la lucha por las enfermedades, el bienestar social y económico, las condiciones de trabajo, la exclusión social, las asimetrías sociales, quizás todavía poco han cambiado con el uso de las TICs. Sobre todo porque no está resuelto el tema del acceso de la gente y de inclusión social y educativa.
La construcción de los usos sociales de las tecnologías implica un proceso complejo que pone en juego tres lógicas interrelacionadas: técnica, comercial y social, siendo la apropiación la que confirma en última instancia su inserción o su fracaso.